miércoles, 6 de diciembre de 2006

esperanzas ahogadas


Estos han sido días de cenas, copas, salidas, despedidas, contactos en falso, y la percepción de que el miedo pre-navidad sigue acechando y expandiendose dentro de mí de forma proporcional al número de lucecillas que se encienden en las calles de la ciudad.
Estos días he vuelto a Barcelona por trabajo, y ha vuelto a sucederse la rutina de aeropuertos, máquinas de auto-checking, conversaciones estúpidas con taxistas fachones que escuchan a Losantos a las seis de la mañana (para ellos, 6 de la madrugada para mí...), controles de seguridad donde he tenido que desprenderme de mi desodorante Axe Vice, comprado en Buenos Aires, que como dice la publicidad: "Vuelve peligrosa a la más inocente". Sin duda, "Una mezcla audaz de frescura y masculinidad...".
Realmente no sé a cuantas habrá vuelto inocentes, pero a mi me volvió irritable, hiper-sensible, e irascible... y me he vuelto a poner injustificadamente triste en circunstancias banales... cuando un taxista no salió del coche a darme la maleta después de haberle dejado una buena propina o cuando la chica de la limpieza del hotel (un cinco estrellas en plena diagonal) no repuso el set dental y la toallita desmaquillante.
Para que carajo quiero la toallita? Me encanta ofrecérselas a las mujeres que pasan por mi habitación de Madrid antes de meterse a la cama junto con el set dental, no es cuestión de higiene, es una cuestión de empatía y altruismo obsesivo. La sorpresa de la mañana siguiente me ha hecho dudar muchas veces de seguir con esta actitud, pero siempre me he puesto como pre-requisito para una relación seria "estar con una mujer que me provoque despertar, de forma natural, media hora antes de que suene el despertador para que hagamos el amor".
De momento solo lo ha conseguido una mujer, lastima que se encuentre a 10mil kilómetros de distancia.
La señorita Eva al final acabó yéndose al sur con su pareja de amigos, y los hijos de él. Sí, sí, con los amigos del restaurante del viernes, dramáticamente divertidos y graciosos, tanto como faltos de glamour, conversación inteligente y repletos de convencionalismos.
Te das cuenta en seguida cuando charlas con alguien que no recurre siempre a los lugares comunes habituales. Es como hablar con alguien especial, poca gente demuestra un solo sentimiento durante la charla de presentación. Será lo anodino del carácter europeo que se nos está contagiando?? véase el polo opuesto, Argentina...
Concluyendo, el plan B para disfrutar minimamente del puente está en fase de elaboración...

1 comentario:

doble visión dijo...

Siempre debe haber un plan B...que sea fácilmente ejecutable.

saludos
Marcelo